O peor aún, que un cañonazo haga que tus lentes te causen alguna herida en la cara o en los ojos. De una u otra forma nos sobreponemos al miedo y jugamos. Incluso, con la emoción del juego, muchas veces olvidamos que los tenemos puestos.
También conocidos como lentes deportivos con medida.
Para no estar preocupado, intenté jugar sin lentes algunas veces. Fue imposible. Lo peor era cuando no había camisetas para diferenciar a los equipos. Terminaba dándole la pelota al rival y teniendo la culpa directa en demasiados goles. Y si era de noche, ni hablar. Mi equipo, en esos casos, jugaba con uno menos.
Las imágenes hablan por si solas. Si había un momento en el que tenía miedo de un pelotazo, era cuando me tocaba tapar. Muchas veces los disparos no eran difíciles, pero el querer proteger mi rosto no me permitía defender mi arco.
A pesar de mi talla, yo no era un peligro en los córners a favor. Mis lentes limitaban mi juego aéreo. Tenía que optar por no ir a cabecear y quedarme en la defensa.
A mí no me sobra la plata. Si se me rompen, me quedo sin salir un par de semanas.
No me volví Maradona, pero mi juego mejoró considerablemente. Vuelvo a disfrutar de los partidos como cuando mi miopía no era tan severa. Se lo recomiendo a todos mis amigos miopes y a ustedes también.